La tumba de Ildefons Cerdá, el hombre maldito (1971)

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Es una de las tumbas más buscadas del cementerio de Montjuic. Y también de las más originales y desconcertantes, el panteón de Ildefons Cerdá el famoso ingeniero que creó el plan urbanístico de 1859, esconde una historia digna de un hombre sin suerte.

Su tumba es fácilmente identificable porque la lápida, muy artística y construida en mármol blanco, muestra el famoso entramado aéreo del Eixample junto al autógrafo de Cerdá. Pero sorprende su tamaño, más bien pequeño, modesto, sin más inscripción que la que alude a su nombre «Ildefonso Cerdá Sunyer». Y sobre todo desconcierta su aspecto, de un estilo demasiado contemporáneo para un hombre que murió en 1876. Los materiales, el diseño, la cruz… todo parece recordar una estética demasiado reciente.

cerda6La original lapida de mármol blanco muestra una esquematización del actual Eixample que Cerdá creó. Las islas de casa, los  chaflanes y una gran avenida recorren esta reproducción del plan Cerdá. Un homenaje póstumo sin autor conocido.

cerda5La firma de Cerdá, decora la lapida  del famoso Plan Cerdá. Como si de un mapa en tres dimensiones se tratara.

Todo tiene una historia, en este caso unida al malditismo que parece arrastrar la vida de Cerdá. Y es que hasta 1970 sus restos mortales estuvieron olvidados en Las Caldas de Besaya (Cantabria) donde solo y arruinado había fallecido mientras descansaba en un balneario.

Durante mucho tiempo, incluso en vida, Cerdá fue menospreciado y su obra muy criticada. No ayudaba el hecho de que hubiera sido impuesto por el Gobierno Central, como tampoco lo hacía que fuera ingeniero en lugar de arquitecto, o que su reforma urbanística fuera claramente social e igualitaria muy contraria al gusto burgués de la época. Empresarios, políticos e incluso compañeros de profesión torpedearon su carrera y su trabajo.

Hasta mediados de los años 50 del siglo XX, la figura de Cerdá no empezó a ser reivindicada y recordada. El economista y profesor Fabián Estapé que por aquel entonces colaboraba con el Ayuntamiento fue uno de sus más firmes defensores.

En 1970 consiguió recuperar los restos de Cerdá que hasta entonces Barcelona había olvidado. Los tuvo en su despacho en el interior de un pequeño baúl, hasta que en 1971 y coincidiendo con la reimpresión de la Teoría General de la Urbanización se autorizó la instalación del mausoleo. El cual, a día de hoy, es el sorprendente y único monumento que Cerdá tiene en Barcelona.

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Dos noticias extraídas de La Vanguardia y el ABC, ambos del domingo 19 de diciembre de 1971 sobre la inauguración de la tumba de Cerdá. Al final fragmento de la entrevista realizada a Fabián Estapé en 1995 en el diario ABC  de su edición de Sevilla.

La lapida es un trabajo de un autor no identificado en ningúna web oficial. Erróneamente se ha vinculado en algunos blogs a los escultores Subirachs y Riera Clavillé, una confusión que nace de otros trabajos relacionados con Cerdá, el primero en el metro de Diagonal y el segundo con el monumento desaparecido cerca de Gran Vía, que ambos realizaron durante el porciolismo.

El autor agradece la colaboración de Emilio Gómez Fernández en la busqueda y localización de la documentación utilizada para la redacción de este articulo. 

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Localización

Plaza de la Esperanza,

Cementerio de Montjuic

Carrer de la Mare de Déu de Port, 56 – 58

Districte de Sants – Montjuic

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Notas

Art Public: Reseña del monumento desaparecido a Cerdá

La Vanguardia del 19 – 12 -2013: Cerdá tiene su tumba en Montjuic.

Misma noticia en ABC, edición de Madrid

Entrevista en ABC Sevilla a Fabián Estapé

El Diario Montañes se hace eco de la muerte de Cerdá en Cantabria a propósito del 150 aniversario del Plan Cerdá.

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Cheto dice:

    Muy buen post! Es una pena que el Eixample como es ahora no corresponda exactamente a su idea. Igualmente la aportación de Cerdá al mapa de BCN fue muy importante y algo que siempre caracterizará la ciudad!

  2. Francisco Gutierrez dice:

    En 1940 a la edad de 7 años estuve limpiando de zarzas el pequeño cementerio del convento de Caldas de Besaya y pude contemplar el nicho en donde estaba enterrado Idelfonso Cerdá, ahora, a mis 74 años, me pareció que Cerdá había quedado olvidado en ese pequeño cementerio de un convento de padres dominicos en el que yo limpié la tumba del extraordinario Cerdá. La ciudad de Barcelona se había olvidado de él en aquel lugar de Cantabria.

  3. Joan dice:

    Crec que és una vergonya que Barcelona no li hagi retut homenatge amb un monument com cal. Al logo de la Marató d’enguany es veien unes quadrícules del seu pla urbanístic, cosa que vol dir que la ciutat s’identifica (i la identifiquen) amb ell. L’ajuntament hauria de reparar aquest oblit de manera urgent.

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